Primero nos lavamos muy bien las manos, repasamos los ingredientes para que no se quede ninguno atrás y.... mezclamos poco a poco los ingredientes, entre todos. Después echamos los colorantes alimenticios en los diferentes recipientes: rojo, verde, amarillo y azul... a ellos les parecía magia.
Luego la maestra, hecha en el molde las distintas mezclas de colores y la mamá de Rodrigo, que vive al lado del cole, se lo lleva a su casa a hornearlo.
Una vez salió del horno y se enfrió nos lo trajo para el desayuno. No os podéis imaginar la curiosidad que tenían por ver cómo había quedado. Por fuera no se apreciaban demasiado los colores y parecían algo decepcionados pero cuando lo cortamos ¡ Sorpresa !. Unos querían comer del rojo, otros del azul... calma chicos que hay para todos!
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